Una de las cosas más importantes en la educación de los niños es inculcarles desde las edades más tempranas unos buenos hábitos de vida. El deporte, y concretamente el senderismo, se encuentra entre esas aficiones que les pueden acompañar durante toda su existencia, enseñándoles a amar la naturaleza y a cuidar de su propia salud.
Sin embargo, hay que tener cuidado con la forma en la que se pretende animar a un niños a practicar cualquier afición. Una mala estrategia puede llevar a que el niño la aborrezca, y eso es lo que queremos evitar.
¿Qué debemos tener en cuenta antes de ir a la montaña con nuestros niños?
Elige una ruta adecuada
Lo primero que hay que tener en cuenta es que los pequeños no tienen el mismo aguante físico que nosotros, por lo que las rutas que elijamos deben ser fáciles e indicadas para niños.
También debemos ser conscientes que no es lo mismo un crío de 8 años que un chaval de 13, por lo que la elección de nuestros recorridos debe ir acorde a su edad. Es todo cuestión de sentido común. Incluso si tu hijo es aún muy pequeño puedes llevarlo en una mochila portabebés.
El grado de dificultad de una ruta se mide por su longitud, desnivel, irregularidad del terreno y peligrosidad. Es decir, una ruta fácil y asequible para niños que están dando sus primeros pasos en entornos naturales no debe ser muy larga (como mucho, de unos 7 u 8 kilómetros).
Además, debe ser llana o semi llana, bien señalizada y, a ser posible, por pistas en vez de senderos, que suelen ser más irregulares y en los que las posibilidades de caídas o resbalones son muy superiores.
Por supuesto, nada de llevar a los pequeños por bordes de precipicios o cualquier tramo en los que pueda peligrar su vida (esto cae de cajón).
Procura que el niño vaya con compañeros de su edad
Los pequeños siempre se divierten más cuando realizan sus actividades con otros niños. Entre ellos comparten sus impresiones, juegan, compiten… En definitiva, lo pasan mucho mejor.
Solo tenemos que recordar nuestra infancia, cuando las actividades que realizábamos exclusivamente con personas adultas nos hacían murmurar: “¡Jo, qué rollo!”. Las cosas han cambiado poco y a los niños les sigue pareciendo que los mayores son aburridos.
Juega con los pequeños durante el camino
El aburrimiento no puede tener cabida cuando se practica senderismo con niños. Algunas partes del trayecto pueden ser lo suficientemente espectaculares como para que los pequeños estén entretenidos:
- Una cascada
- Un mirador
- Uno de esos bosques que parecen sacados de un cuento de hadas
Ese es el mejor momento para plantear algún juego que los active, como el clásico veo veo, al escondite, a imitar animales o, simplemente, cantar algunas canciones conocidas por todos.
Por último, es importante que no solo inculques a tus hijos la afición por el senderismo, sino también el respeto por la naturaleza cuando lo practiquen.
Enséñales, con tu propio ejemplo, a recoger todos los deshechos propios de las excursiones (papeles, bolsas, plásticos…). Solo tenemos este mundo y hay que cuidarlo.
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